Tantas cosas por decir
¿No había un anuncio de Larios que tenía ese eslogan? Da igual, el caso es que después de una semana en la que acercarse al ordenador es misión imposible, un catarro tamaño elefante me tiene aquí sentado regalándome el resto del fin de semana para ponerme al día; ¿tendré genes de autónomo? (fijo que el lunes estoy como nuevo...)
El caso es que tuve muchas ganas de hablar del peperendum (están locos estos romanos), de decir que mi teclado favorito saldrá a la venta a mediados de año (cómo molaba de regalo de cumpleaños tardío...), de contar cosas sobre mi nueva faceta de autoescuelero (una mezcla entre ñapas informático, actor y psicólogo), de poner verdes a esos que almacenan mercancía esperando que suba el precio y cuando les sale mal la jugada y baja, amenazan con huelga, de la menestra de sanidad que lo único que promete es que al café no le va a echar mano (por ahora), de las obras en mi casa y mi periplo por las habitaciones de mis hermanos, mendigando 1,35x2m para poner mi cama y de la puñetera wireless, que hace méritos por ser simplemente "less"... pero la verdad es que si sólo podéis visitar una web, dejadle un comentario a una buena amiga que se ha decidido a descargar tensiones en su nuevo blog, Tratado de impaciéncia. Se nota que somos colegas, me enlaza diciendo "blog con solera" jajaja. Se agradece el punto, aunque lo de tener solera se lo voy a dejar a los vinos y otras ferias; mil bicos y bienvenida. A ver si se me pega algo...
Los Picos de Europa a través de una ventanilla sucia
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